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ANEURISMA INTRACRANEAL Volver a patologias

Objetivos:

  • Modificar las actividades para prevenir la hemorragia recurrente.
  • Preservar un riego cerebral adecuado.
  • Prevenir las complicaciones.

Diagnóstico:

  • Posibilidad de hemorragia recurrente relacionada con expansión del aneurisma o arteria vecina, o sangrado hacia el espacio subaracnoideo.
  • Cefalea relacionada con expansión del aneurisma, hemorragia hacia el espacio subaracnoideo o síntomas isquémicos.
  • Alto riesgo de complicaciones relacionado con recurrencia de la hemorragia, aumento de la presión intracraneal, angioespasmo.

Actividades:

  • Colocar de inmediato al paciente en reposo absoluto en cama, en un ambiente tranquilo, sin tensiones: la actividad, el dolor y el estrés pueden elevar la presión arterial y aumentar la hemorragia.
  • Limitar las visitas, excepto de la familia, a la cual se orienta para asegurar la tranquilidad.
  • Elevar el drenaje venoso del encéfalo para reducir la presión arterial intracraneal.
  • Reducir la iluminación, pues es común la fotofobia.
  • Evitar cualquier actividad que aumente la presión arterial y obstruya el retorno venoso (maniobra de valsalva, esfuerzo, estornudo, levantarse de la cama, flexión aguda, girar la cabeza y el cuello que afecta las venas yugulares, fumar, etc.).
  • Indicarle que espire por la boca durante la micción y la defecación para disminuir el esfuerzo.
  • Dar ablandadores de las heces para prevenir el esfuerzo al defecar.
  • Brindar intervención psicológica apropiada y apoyo emocional para aliviar el temor y la ansiedad.
  • Utilizar medidas para conservar la presión arterial sistémica en un grado estable y evitar una nueva hemorragia o reducir la presión sistólica sobre la pared del aneurisma.
  • Administrar ablandadores de las heces para evitar esfuerzos, pues esto eleva la presión arterial.
  • Administrar antihipertensivos según prescripción médica.
  • Preparar al paciente para una intervención quirúrgica cuando su estado sea adecuado y remita su reacción cerebral a la hemorragia.
  • Vigilar síntomas psicológicos: desorientación, amnesia.
  • Vigilar continuamente al paciente para identificar algún deterioro neurológico.
  • Conservar un registro neurológico; vigilar la presión arterial, el pulso y el grado de respuestas cada hora: el grado de reactividad es un indicio del riego cerebral.
  • Vigilar el estado respiratorio: la reducción del la Po2 en zonas encefálicas con trastorno de la autorregulación, incrementa el infarto cerebral.
  • Vigilar la presión intracraneal en pacientes inconscientes o con deterioro neurológico progresivo.
  • Cuando el paciente es estable, se hacen preparativos para angiograma, y poder identificar la fuente de la hemorragia
  • Vigilar si hay alteraciones de líquidos y electrolitos; suelen deberse a una secreción inadecuada de la hormona antidiurética (común después de una hemorragia subaracnoidea),
  • Vigilar si hay otras complicaciones como hematoma, hidrocefalia, edema cerebral, insuficiencia hipofisiaria.

Resultados:

  • Evita la hemorragia recurrente; evita la maniobra de valsalva; cumple con las restricciones de reposo en cama.
  • El paciente manifiesta alivio de la cefalalgia.
  • El paciente no manifiesta complicaciones, vitalidad en límites aceptables.
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